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Por Miranda Cyr
Cronkite Noticias
SAN LUIS RÍO COLORADO, México – En el interior de la Casa del Migrante, los gritos agudos de un niño de 8 años hacen eco en un cuarto. Los otros niños, curiosos e inciertos, miran como Jordan Ramírez lucha contra dos enfermeras que intentan vacunarlo contra la gripe, la varicela y el sarampión.
Jordan y su familia llegaron hace 15 días al albergue; provienen del estado de Chiapas e intentan obtener asilo en los Estados Unidos. A pesar del evidente terror de su hijo, Maribel López se sintió agradecida por la atención hacia Jordan y sus dos hermanos.
López y su esposo no podían pagar por el cuidado médico para sus hijos en Chiapas.
“No tenemos suficiente dinero para darles un bienestar y una vida mejor a nuestros niños”, dijo López.
Sus hijos están entre las 120 personas que recibieron vacunas gratis el mes pasado en la Casa del Migrante, un albergue ubicado al otro lado de la frontera de Arizona que provee refugio temporal a migrantes quienes esperan ingresar a EE. UU.
Médicos estadounidenses, miembros del congreso y activistas defensores de los inmigrantes han estado presionando a funcionarios de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) para que vacunen a los migrantes en sus instalaciones y así prevenir enfermedades y muertes. Este llamado llega después de que varios niños migrantes murieran mientras estaban bajo custodia estadounidense, incluso algunos quienes habían sido diagnosticados con la gripe.
Hasta la fecha, CBP ha rechazado esas peticiones. Y es por eso que algunas organizaciones no gubernamentales están trabajando para brindar la atención médica necesaria a los migrantes en el otro lado de la frontera.
One Hundred Angels, una organización de Phoenix que provee cuidado médico y otros servicios a migrantes, ayudó a coordinar una clínica de vacunación por un día en la Casa del Migrante, en colaboración con la Cruz Roja mexicana .
Cecilia García, fundadora de One Hundred Angels, en compañía de dos voluntarios, una enfermera y una doctora condujeron por un total de siete horas en una furgoneta llena de bocadillos y donaciones. Después de que presenció el bloqueo de los intentos para vacunar a los migrantes en instalaciones estadounidenses, García decidió cambiar su método.
“Le dimos la vuelta; fuimos al otro lado de la frontera”, dijo García. “Cuando están en detención, y realmente no pueden protegerse a sí mismos, son muy vulnerables”.
Desde septiembre de 2018, por lo menos siete niños migrantes murieron bajo la custodia de EE. UU. o poco después de su liberación. Oscilaban entre 19 meses a 16 años de edad.
Al menos tres murieron debido a complicaciones de la gripe, según investigaciones médicas y una carta de 13 senadores estadounidenses enviada al Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), entidad que supervisa a CBP.
Felipe Gómez Alonzo, de 8 años, fue una de las víctimas.
El niño guatemalteco estaba bajo la custodia de CBP en Nuevo México cuando fue llevado a un hospital el 24 de diciembre de 2018 porque se quejaba de dolor de garganta y otros síntomas. De acuerdo a un informe realizado por el investigador médico de Nuevo México, al niño le recetaron ibuprofeno y en seguida, lo regresaron a los agentes.
La misma noche, después de que su padre pidiera que Felipe regresara al hospital, el niño se quejó de dolor de estómago, vomitó sangre y en seguida perdió los sentidos. Murió por complicaciones de la influenza B.
Un poco después de la muerte de Felipe, equipos de expertos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) visitaron a los centros de detención temporales en Yuma y El Paso, Texas, y la agencia brindó recomendaciones por escrito sobre cómo controlar la gripe y otros virus en las instalaciones de CBP. Esas recomendaciones incluyen vacunas contra la gripe “en el primer punto de entrada factible” a cualquier persona de 6 meses o más.
Sin embargo, oficiales de CBP han declinado proveer vacunas a los migrantes en sus instalaciones. A través de un correo electrónico, un vocero de CBP afirmó que administrar vacunas no es costumbre de la agencia.
CBP determinó que sus instalaciones son destinadas a retener a los migrantes por hasta tres días antes de transferirlos a detención de largo plazo, bajo la responsabilidad del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) o, en el caso de menores no acompañados, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés). Estas son las agencias que pueden proporcionar vacunas y otros servicios médicos.
A pesar de ese periodo de 72 horas, informes gubernamentales y demandas revelan que los migrantes han sido detenidos en las instalaciones de CBP hasta por un mes, aumentando la posibilidad de la propagación de enfermedades.
El 19 de febrero, un juez federal en Tucson determinó que las instalaciones de CBP en la región del sureste de Arizona violan la Constitución estadounidense porque las condiciones son “presuntamente punitivas”. En el año fiscal 2019, 12,030 individuos fueron retenidos por más del límite de 72 horas en ese sector fronterizo.
Constatando que los migrantes en esas instalaciones son civiles detenidos y no criminales culpables, el juez David Bury dijo que las condiciones “son sustancialmente peores que las condiciones otorgadas a los detenidos criminales en la cárcel del Condado Santa Cruz u otras instalaciones penitenciarias, donde los detenidos son examinados médicamente por profesionales; tienen una cama con sábanas y almohadas… tienen ropa limpia… duchas, cepillos y pasta de dientes, y comida caliente”.
Su resolución, que viene de una demanda judicial colectiva presentada por detenidos, prohíbe a CBP retener a reos procesados más de 48 horas, aunque la agencia “provea las condiciones de confinamiento que satisfacen las necesidades humanas básicas”.
En un testimonio el mes pasado frente a un subcomité de la Cámara de operaciones fronterizas, Brian Hastings, jefe de operaciones policiales de CBP, dijo que la agencia ha ampliado el programa de apoyo médico. La expansión ha añadido a cientos de profesionales médicos contratados que trabajan las 24 horas durante toda la semana.
“DHS y CBP siguen comprometidos en asegurar que los individuos en custodia de CBP reciban el cuidado adecuado, incluyendo el apoyo médico”, dijo Hastings.
En EE. UU. algunas organizaciones están luchando por una mejor atención médica para los detenidos.
Doctors for Camp Closure, un grupo de profesionales de la salud que se oponen a la detención de migrantes, ha tratado –sin éxito– de ofrecer vacunas gratis para los detenidos.
La cofundadora del grupo, la Dra. Maria DeLuca, dijo que su organización envió una carta a DHS en diciembre, pero no recibió una respuesta. Los miembros del grupo esperaron por dos días afuera de la estación Chula Vista de la Patrulla Fronteriza, ubicada en California. Tenían la esperanza de que sus proveedores médicos con licencia pudiesen brindar vacunas a las personas que estaban adentro.
Sin embargo, les negaron el acceso, y seis de sus miembros fueron arrestados por protestar pacíficamente, incluyendo DeLuca y tres otros médicos.
“Hemos oído que la Patrulla Fronteriza siente que, en su condición de una agencia encargada del orden, no es su… responsabilidad proveer cosas como vacunas”, dijo DeLuca. “Pero la realidad es que están creando estos problemas al poner a la gente en detención”.
“Sabemos que si no defendamos esos cambios, las personas morirán. Pero en última instancia, lo que estamos defiendo en realidad es un sistema para las personas que buscan asilo y por las personas que vienen a EE. UU. para que se respete la dignidad y los derechos humanos”.
La cantidad de gente que busca entrar a EE. UU. ha aumentado sustancialmente en los últimos años, y más familias están siendo aprehendidas. En el año fiscal 2017, 310,531 migrantes fueron detenidos por CBP, y 216,370 migrantes que intentaban ser admitidos legalmente a los EE. UU. fueron considerados inadmisibles. En el año fiscal 2019, esos números llegaron a 859,501 y 288,523 respectivamente.
El aumento de migrantes ha llevado a condiciones de hacinamiento en los dos lados de la frontera, y ha provocado desafíos mayores relacionados a la atención médica.
Martín Salgado, fundador de la Casa del Migrante, dijo que la afluencia a su albergue en San Luis Río Colorado se ha quintuplicado en medio de los cambios a la política inmigrante durante la administración del presidente Donald Trump. Por ejemplo, en enero de 2019, la administración implementó el programa “Permanecer en México” (Remain in Mexico , por su nombre en inglés), que envía a los solicitantes de asilo a México mientras esperan ser procesados.
La Casa del Migrante inició en 1992, cuando un migrante que fue deportado tuvo la idea a abrir un comedor para migrantes con hambre. Salgado y su madre ayudaron a realizar ese sueño.
Si al principio solamente ofrecía el desayuno, hoy en día el albergue puede alojar hasta 85 personas al mismo tiempo y cada persona puede quedarse de tres a 14 días. Un cuarto tan pequeño como un armario tiene cuatro literas. Hay más dormitorios llenos de literas colocadas contra la pared posterior del patio donde los migrantes socializan. Allí, hay juguetes dispersos sobre el concreto y tendederos de ropa que se seca al sol.
“Entonces se vinieron para acá y empezaron a hacer actividades y fuimos creciendo poco a poco”, dijo Salgado.
Hace poco, voluntarios de One Hundred Angels y la Cruz Roja mexicana trabajaron juntos en la sala principal, colocaron sillas y mesas plegables para realizar exámenes médicos y administrar inyecciones.
La Dra. Georgina Aguilar Portillo, quien viajaba con el grupo de Phoenix, dijo que los migrantes, así como las personas que se quedan en el albergue, están especialmente susceptibles a enfermedades.
“No están comiendo suficiente entonces se enferman más rápido y todos están en el mismo cuartito”, dijo Aguilar Portillo, añadiendo que el contacto cercano de persona a persona facilita la transmisión de enfermedades.
López y su esposo fueron vacunados junto con sus hijos. La madre espera que ella y su familia encuentren un hogar en los Estados Unidos; ella dice que ha oído que es muy limpio y bonito. También sueña que sus hijos reciban una educación buena y que crezcan con salud.
Por el cuidado que ha recibido en la Casa del Migrante, López dijo: “Es muy grato de su parte para nosotros porque sí nos ayuda”.
García dijo que One Hundred Angels planea continuar colaborando con la Cruz Roja mexicana para proveer más vacunaciones en los albergues. Recientemente, el grupo utilizó donaciones para comprar 16 vacunas contra la gripe, que fueron distribuidas rápidamente en una clínica en México.
A los migrantes, dijo García, “los encontramos antes de que vayan a detención, donde sabemos exactamente lo que va a pasar. Lo menos que podemos hacer es apoyarlos en este aspecto… Estamos salvando vidas”.
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